miércoles, 7 de septiembre de 2011

A la caza de mitos

De acuerdo a lo que leí, pertenezco a la generación de Inmigrantes digitales. La televisión llegó a mi vida, cuando ya iba a la escuela. Crecí “dominando” la tecnología escasa que nos rodeaba. Cuando descubrí la informática, allá por el año ’80, me apasionó y me conquistó. He pasado todos estos años, aprendiendo cuanto he podido, preguntando, probando y usando todos los elementos que han pasado por mis manos. Soy un inmigrante que se ha adaptado con gusto a la tecnología. A su vez, tengo muchos amigos, inmigrantes como yo, que arrastran mitos que yo me he dedicado a derribar. Muchos mitos rodean a todos los elementos tecnológicos que se han creado. Mi amiga Teresa (con algún año menos que yo) creía que si no tenía a alguien cerca, no podría resolver problemas en la computadora, o con su filmadora nueva. Mi amigo Silvio y su esposa (mayores y jubilados), decidieron correr sus fantasmas y aprender todo aquello que les fuera útil. Manejan el correo, internet, chat, trabajan y se divierten con videos y con imágenes. Son inmigrantes que han identificado sus mitos, y han probado que se puede mucho contra ellos, porque son sólo mitos.
Pero el caso más sorprendente, me sucedió cuando encontré en la puerta de mi casa, a un abuelo (90 años), que compró una computadora y luego, negándose al no puedo y no sé, me buscó para aprender a “manejarla”. Ese abuelo, me tuvo cerca y aprendió de acuerdo a sus necesidades (que él se creaba), a manejarse con procesadores de texto, planillas de cálculos,  presentaciones, correo, internet, diseño gráfico. Su torta de cumpleaños Número 90, fue una computadora y el regalo, un escáner y una cámara fotográfica. Sé que ya en los 96, aún ¡trabajaba”, leía los diarios, se comunicaba con su familia y sorprendía a sus nietos y bisnietos todos los días. Él decía: “la compré para mantenerme pensando y me gusta”.
Estas pequeñas anécdotas, nos muestran a personas inmigrantes digitales, que cazaron sus mitos, que se demostraron que no eran tales y que se puede.
Los nietos y bisnietos de mis amigos, son los nativos digitales. Son los que se sorprenden con sus abuelos, y en el entusiasmo de verlos apasionados por algo que a ellos les apasiona, comparten actividades, vocabulario y descubrimientos con la tecnología. Ellos crecen en la tecnología. Es natural todo lo que usan y lo que ven. Lo tienen incorporado a su vida diaria, como tantas otras cosas. Tal vez no tienen la misma capacidad de asombro que sus mayores, ante los descubrimientos y avances, pero logran más rápido un uso coherente e intenso de los medios tecnológicos.

1 comentario:

  1. Hola Mabel!

    Yo diría que el mayor mito es que existe una generación de inmigrantes y una de nativos. Los ejemplos que das son buenísimos para cuestionar esta idea, en especial el caso fantástico del abuelo!

    Ahora, me pregunto si esas personas se reconocerían como "inmigrantes", lo que me lleva a otras preguntas: ¿Quién pone las etiquetas ("inmigrante"/"nativo")? ¿a quién le sirven? y ¿para qué sirven?

    ¿Será que nos limitan más de lo necesario? ¿Será que nos llevan a suponer cosas que nos son del todo ciertas? Hmmm.....

    Al menos en la experiencia que he tenido, he visto a más de un "nativo" que hace un uso bastante precario de la tecnología, mucho más limitado del que la etiqueta sugiere. Y cuando pienso en los ejemplos que mencionas, lo que aparece es un espectro mucho más amplio, más rico y más complejo que excede a los dos extremos que son sugeridos por las etiquetas de "nativo" e "inmigrante".

    ¿Será que tiene sentido usarlas? Dudas y más dudas... :-)

    Un saludo!

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